En un momento crítico para la geopolítica global, el Papa León XIV ha alzado su voz con un vehemente llamado a la paz, instando a los líderes mundiales a abandonar la senda de la confrontación armada y a buscar soluciones a través del diálogo. Desde el aula Pablo VI del Vaticano, ante una audiencia compuesta por miles de fieles y representantes de las Iglesias orientales, el pontífice estadounidense articuló un mensaje cargado de emotividad y urgencia, subrayando que las armas, lejos de resolver conflictos, solo los exacerban.
“Los pueblos de nuestro mundo anhelan la paz, y a sus líderes les pido con todo mi corazón: ¡Reunámonos, conversemos, negociemos!”, exclamó León XIV, reflejando la profunda preocupación de la Santa Sede por los crecientes focos de tensión que amenazan la estabilidad mundial. Con un énfasis particular en la inminente reunión entre representantes de Rusia y Ucrania en Turquía, el Papa ofreció la mediación de la Iglesia Católica, declarando que la Santa Sede está “disponible para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que se devuelva a las personas la esperanza y la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”.
León XIV, consciente de la fragilidad de la paz en regiones como Siria, Ucrania, Líbano e Irak, rechazó categóricamente las narrativas que polarizan al mundo en bandos de “buenos” y “malos”. “Quien siembra la paz pasará a la historia, no quien cosecha víctimas; porque los demás no son enemigos, sino seres humanos: no personas malas a las que odiar, sino personas con las que dialogar”, afirmó, reafirmando el compromiso inquebrantable de la Iglesia con la promoción de la paz y la reconciliación.
El pontífice también dirigió un mensaje directo a los cristianos de Oriente Medio, alentándolos a perseverar en sus tierras ancestrales a pesar de la guerra, la marginación y la persecución. “Se debe dar a los cristianos la oportunidad, y no solo con palabras, de permanecer en sus tierras natales con todos los derechos necesarios para una existencia segura. ¡Por favor, luchemos por ello!”, imploró, reconociendo el sufrimiento de las Iglesias orientales, a las que el Papa Francisco previamente había calificado de “Iglesias mártires”.
Enumerando las regiones devastadas por la violencia, desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde Líbano hasta Tigray y el Cáucaso, León XIV denunció “las masacres de tantas vidas jóvenes, que deberían provocar indignación, porque en nombre de la conquista militar muere gente”.
El mensaje papal concluyó con un llamado a la oración y al perdón, pilares fundamentales para la construcción de una paz duradera. “Recemos por esta paz, que es reconciliación, perdón, la valentía de pasar página y empezar de nuevo”.